domingo, 7 de noviembre de 2010

¿Cuál será tu decisión?

Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos.  (Prov. 23:  26).

Queridos jóvenes, lo mejor que podéis hacer es alistaros voluntaria y decididamente en el ejército del Señor.  Entregaos en las manos de Dios, que vuestra voluntad y vuestros caminos sean guiados por Aquel que es infalible en sabiduría e infinito en bondad.  No entregaros a Dios, es robar a Dios lo que le pertenece.  El Señor tiene necesidad de vosotros y vosotros necesitáis del Señor.  No es seguro que pospongáis el paso decisivo, o demoréis el hacer una entrega completa de vosotros mismos a Dios.  Si no os habéis entregado ya a Dios, os ruego que lo hagáis ahora.  Sea inscripto vuestro nombre en los registros celestiales entre los escogidos y elegidos de Dios...

Del inestimable don de Cristo provienen todas nuestras bendiciones.  La vida, la salud, los amigos, la razón, la felicidad, nos pertenecen por los méritos de Cristo.  Ojalá jóvenes y adultos comprendieran que todo lo reciben por virtud de la vida y muerte de Cristo, y reconocieran que son la propiedad de Dios...

Aun cuando estábamos bajo el dominio de un amo cruel, aun cuando el príncipe de las tinieblas gobernaba nuestro espíritu, el Señor Jesucristo pagó por nosotros el precio del rescate con su propia sangre. Habéis sido comprados por precio, la preciosa sangre de Cristo; sois su propiedad, por lo tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu que son de Dios...

Si no fuera por el amor de Cristo que nos es dado voluntariamente, ahora estaríamos en una desesperación impotente, en la media noche espiritual.  Agradeced a Dios cada día porque nos dio a Jesús. ¿No aceptaréis su don? ¿No seréis sus testigos?  El tiempo es corto; y os toca trabajar mientras dura el día, viviendo una vida imperecedera, ocultando vuestra vida con Cristo en Dios.  De ahí que "cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria" (Col. 3: 4) (Youth's Instructor,. 26-4-1894).

miércoles, 3 de noviembre de 2010

¿Qué esperas?

Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti, 
Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.
Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.
Isaías 60:1-3 



Ahora necesitamos levantarnos y brillar, porque ha venido nuestra luz, y la gloria del Señor ha nacido sobre nosotros.  No tenemos tiempo para hablar del yo, para ser como la planta mimosa que no puede ser tocada sin contraerse.  Nuestra suficiencia está en Jesús. ¿Hablaremos de la fe? ¿Hablaremos de la esperanza gloriosa, de la plena y abundante justicia de Cristo, provista para cada alma?...

Todo el universo celestial está interesado, y se ejerce el amor de Dios en beneficio de su pueblo fiel que guarda sus mandamientos.  En Dios debemos confiar... Dios tiene al mundo en su mano.  Tenemos a Dios de nuestro lado.  Todo el cielo espera y anhela nuestra colaboración. El Señor es supremo. ¿Por qué temeremos?  El Señor es todopoderoso. ¿Por qué temblaremos?  En el pasado, Dios ha librado a su pueblo, y él será nuestro ayudador si nos levantamos en su fortaleza y avanzamos con decisión.

La Biblia, y solamente la Biblia debe ser nuestro refugio.  Dios está en su Palabra.  "Por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos y llevará las iniquidades de ellos" (Isa. 53: 11).  Si el grande y amoroso corazón de Dios está satisfecho con el resultado de su misión en términos de almas salvadas, regocijémonos.  Trabajemos como nunca antes.  Coloquemos el yo a un lado, y aferrémonos de Cristo por fe. Revelémoslo ante el mundo como el que es hermoso y señalado entre diez mil.